domingo, 1 de marzo de 2015

La juventud española, rehén del capitalismo


La juventud nacida después de la Transición se ha convertido en rehén de las seductoras prácticas que las democracias occidentales ponen a su alcance. La ingeniería social de partidos políticos y multinacionales se han aliado para que generaciones enteras sucumban al consumismo compulsivo: drogas, sexualidad exacerbada, moda, alcoholismo, consumismo… El sistema liberal capitalista siempre ha procurado imponer el materialismo frente al espiritualismo, imponiendo el poder del dinero y de los bienes por encima de los valores y de las personas, socavando su dignidad humana.
Estas conductas, jaleadas desde numerosas tribunas pseudoculturales, son vendidas como medio de socialización: se anula la capacidad de toda persona a favor de estas aberrantes prácticas. Se ha vaciado la conciencia de millones de jóvenes para llenarla de objetos de deseo.
En los últimos años, España ha sido líder absoluto de consumo de varias drogas, y mientras desde el Estado se destinaban ingentes cantidades de dinero en campañas televisivas contra la adicción, la progresía cultural exhibía a ciertos personajes que minimizaban los efectos del consumo de drogas y trivializaban con ciertas conductas nada saludables.
La ausencia de valores inculcados desde unas familias que cada año se encuentran más desestructuradas, y la falta de autoridad de los educadores en los centros de enseñanza, ahonda más si cabe en este terrible problema que sacude a la juventud. El consumismo se ha convertido en el auténtico dueño de su destino, creando miles de ninis que ni estudian ni trabajan y que reducen su existencia a un fin de semana de siete días a la semana.
Ello ha permitido aborregar a dos generaciones de españoles, que han dejado de lado sus derechos laborales siendo un blanco fácil para las políticas neoconservadoras.


(Manifiesto Pedimos y queremos. Materiales para la reconstrucción nacional; capítulo Juventud e infancia con valores y compromiso; páginas 85 y 86)