lunes, 16 de marzo de 2015

Extracto del "Manifiesto a los estudiantes españoles" del primer FES


No estamos con quienes utilizan a los estudiantes como instrumento de un programa de subversión política; un mero coro de voces, el empleo de la alegre algarada estudiantil para una pasajera perturbación del orden que sea recogida alborozadamente por radios y prensa extranjeras. Pensamos que el estudiante no puede servir de comparsa. Nadie espere de nosotros, sin embargo, un batallón infantil de corte fascista, colaboradores de la fuerza de orden público, para dedicarnos a la represión de huelgas o al mantenimiento de un orden injusto.
Saludamos fraternalmente, no obstante, a aquellos estudiantes que de buena fe, sin haber llegado a adquirir compromisos de carácter ideológico, militan hoy con las organizaciones llamadas de izquierdas. Si quieren, junto a nosotros pueden hermanar su ímpetu de valiente rebeldía con la vivencia de un estilo de vida conforme a las verdades eternas de nuestra entrañable religión católica.
No estamos tampoco con aquellos para los cuales su función en la Universidad empieza y termina en el estudio de las asignaturas marcadas en la carrera, la consecución de brillantes notas. El estudiante no puede encerrarse en su torre de marfil durante los años que dure su carrera. Ante la situación actual de España, el estudiante no puede, no debe ser apolítico: un ser neutral y egoísta preocupado de sus problemas personales.
No sirve que se engañe aduciendo que desde su puesto profesional, el día de mañana, ya se preocupará de los demás. La preocupación por el prójimo, según el sentido cristiano, debe comenzar ya, ahora. Si de verdad somos cristianos o queremos serlo, vamos a demostrarlo y a no poner largos plazos. Veremos repetido si no el triste caso de la España actual con estupendos cristianos de mucha vida interior y gran capacidad intelectual, pero al servicio del capitalismo. No por malicia, pero sí por su apoliticismo.
Somos conscientes de que los universitarios constituimos una minoría de privilegiados en la sociedad española; conscientes de que hay millones de hombres posiblemente mejor dotados en inteligencia y en virtudes humanas que la mayoría de nosotros y a quienes la sociedad capitalista les niega el derecho que Dios les dio. No queremos más prebendas que las que ya tenemos.
No podemos vivir de espaldas a nuestros hermanos formando un mundo aparte; agradable. La Universidad ha de ser el lugar donde se forje la Revolución incruenta que España está aguardando desde hace siglos, con angustia y rabia.
De otro modo, si dejamos que las cosas evolucionen por sus propios pasos, no nos asustemos cuando alguien levante la bandera del odio reivindicando sus derechos, clamando contra la injusticia y desigual distribución de los bienes materiales y culturales de nuestro país, perturbando nuestro tranquilo vivir, lleno de dorados proyectos individuales y egoístas.
Si empujados por la corriente materialista que domina al mal llamado “mundo cristiano”, sólo nos preocupamos de ser “buenos estudiantes” y de “vivir honradamente” a costa de un título universitario —es decir, subidos a un pedestal que sabemos inaccesible para la gran mayoría de nuestro pueblo y al que secretamente desearíamos no subieran muchos más— no tendremos derecho a rogar a Dios nos evite la experiencia de una revolución sangrienta, única llama de esperanza de muchas gentes ante el muro de egoísmos que levantan sus hermanos de las clases privilegiadas.
Si despilfarramos alegremente estos años, si desperdiciamos nuestro tiempo en luchas estériles, si no nos preocupamos seriamente por servir a nuestro pueblo, terminaremos siendo a pesar de de todos los buenos propósitos de hoy, perpetuadores del sistema de injusticia social que soportan los trabajadores españoles, en vez de auténticos liberadores revolucionarios.
De antemano sabemos que “las gentes de orden” nos acusarán de querer introducir la Política en la Universidad. Sí, pero la Política que exponemos más arriba, no otra. Queremos que los estudiantes despierten de la modorra que les invade. Tenemos fe en esos centenares de muchachos y muchachas hoy al margen de las polémicas partidistas, capaces de sacrificarse con generosidad por un ideal limpio de servir a los demás.
Los que quieran ser militantes de una gran tarea, los que deseen luchar por una nueva Universidad al servicio de la misión que históricamente le han confiado los españoles, los que lleven en sus corazones la generosidad y la pasión de la juventud; los que estén dispuestos a sacrificarse y a construir; los que necesiten justificar transcendentemente la vida que Dios les dio; los que aspiran a dejar una huella honda en el futuro de su patria, tienen un puesto a nuestro lado.
Como José Antonio Primo de Rivera, como Ramiro Ledesma Ramos y sus hombres, os convocamos para una magna tarea: por un nuevo Sindicato –por una nueva Universidad–. Por la hermandad cerrada de los estudiantes, unidos por los mismos ideales de Servicio, de Justicia y de Libertad.
Estudiante: incorpórate al FRENTE DE ESTUDIANTES SINDICALISTAS.


[1 de abril de 1964, manifiesto fundacional del Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES)]