sábado, 14 de marzo de 2015

El futuro es de otros


Los estudiantes señalan, y su razón no es desdeñable, que es imposible imaginar siquiera una reforma radical universitaria sin una previa transformación de la sociedad. Pero, ¿cuáles son las bases que permitan el logro de unas estructuras sugestivas? Aquí es donde se debaten entre imprecisiones y hasta incoherencias, aun cuando no en grado que impida fijar un haz ideológico en formación o fermentación, si se prefiere. Habrá de admitirse que el movimiento estudiantil es insolidario con el pasado, absolutamente cismático. No corresponde con ninguna ideología conocida, aun menos con los esquemas programáticos de los partidos políticos y ni siquiera con los credos religiosos. En consecuencia, no debe extrañar el desconcierto que producen.
(…)
La juventud necesita victorias tangibles; ello requiere fijarse objetivos asequibles dentro de una acción que evite desembocar en las esferas de cualquier programa político, pero que sea logro visible en el largo camino por la justicia, en el que siempre el futuro estará en otros porque la Humanidad, que no va a encontrar el paraíso a la vuelta de la esquina, no se detendrá.
Y para no tropezar en errores similares habría de juzgar a sus antecesores meditando sobre lo que hicieron y pensaron de jóvenes y cómo se frustraron sus ilusiones.


(La rebelión de los estudiantes; Epilogo en tres partes sobre el “poder estudiantil”, 3ª parte El futuro es de otros; páginas 563 y 567; por David Jato Miranda; 4ª edición)