La educación española firmó su acta de
defunción en el momento en el que transfirió sus competencias a las Comunidades
Autónomas. Con aquella medida, España despilfarraba miles de millones de
pesetas y euros, y entregaba el control de la juventud a los separatistas, pero
también la formación en valores a los socialistas y a los liberal-relativistas,
que han corrompido durante décadas a la juventud.
La puntilla ha sido la adopción de un
modelo educativo muy limitado, implantado según el modelo relativista, mediocre
y antieducativo del europeísmo neoliberal, en el cual se prima la cultura del
mínimo esfuerzo. Se camina hacia una educación muy especializada y muy
tecnificada, en un momento en el que hace falta más educación en Humanidades
por estar los jóvenes faltos de modelos a imitar.
Hasta el momento, la ausencia de un
interés formativo unido al afán de control ideológico ha impulsado nefastas
leyes antieducativas como la LOGSE (1990) y la LOE (2006), verdaderos cánceres
de la educación pública de calidad en España, así como la timorata y neoliberal
LOMCE (2013). Por ello es objetivo primordial devolver las competencias al
Ministerio de Educación, estableciendo una nueva Ley Educativa Nacional, en la
cual se garantice el aprendizaje del español en todas las regiones, se
garantice la difusión de la idea nacional de España como empresa colectiva de
futuro que hunda sus raíces en un destino histórico entendido como tarea común
de todos los españoles, y se fomente y premie el esfuerzo académico, la
excelencia educativa, la disciplina, el civismo y el respeto en los centros, la
sindicación por etapas de los estudiantes españoles, el voluntariado juvenil
estudiantil, el uso de las bibliotecas y la lectura, la creatividad de los
alumnos, la realización de pruebas y presentaciones orales tanto individuales
como colectivas, así como un uso completo aunque racional, equilibrado y
responsable de las nuevas tecnologías, que sean un medio y no un fin en sí
mismas, y por último que fomente el esfuerzo académico y la excelencia
educativa sobre la base del sentido crítico como forma de educar en valores.
El oficio de docente debe ser dignificado,
siendo una prolongación de la autoridad del Estado en el aula, por lo que
dotaremos a los profesionales de la enseñanza de herramientas legales para
ejercer su función, dignificando su papel ante la sociedad.
No creemos que el déficit educativo
tenga relación con el gasto. Durante las últimas legislaturas se ha invertido
más que nunca. Los recursos deben asignarse en aquellos lugares donde sean necesarios,
impidiendo que en pleno siglo XXI haya centros de enseñanza son calefacción o
alumnos dando clases en barracones de obra. Ningún español con capacidades
carecerá de educación por falta de medios. La educación ha de ser el principal
desvelo del Estado tanto por dignidad nacional y social, como por motivos
económicos a largo plazo.
Los centros de enseñanza deben
convertirse en auténticos centros de dinamización cultural y educativa en su
entorno municipal y comarcal, sirviendo de ejes para la alfabetización integral
y efectiva de adultos.
La formación profesional debe ser
considerada como uno de los pilares del sector educativo, y como vanguardia al
ser enlace entre el mundo de la empresa y el de la educación.
España cuenta con más universidades de
las que puede soportar. Se establecerá un plan nacional universitario para
homogeneizar y optimizar el número de campus y la capacidad investigadora de
cada departamento. Además, se estimulará el contacto interdepartamental para
optimizar la producción científica del país.
Por otro lado, los niveles de
analfabetismo funcional están subiendo de manera alarmante durante los últimos
años. En este sentido, el Estado se esforzará en activar planes de emergencia
para alfabetizar a la población, especialmente de aquellos sectores más frágiles,
como inmigrantes, ancianos, marginados…
Se hace además necesario fomentar la
lectura en todo el territorio nacional, en una sociedad excesivamente
tecnificada. Mediante mecanismos como premios nacionales, provinciales y
municipales de lectura, dignificación y reconocimiento de aquellos escolares
que más lean.
(Manifiesto Pedimos y queremos. Materiales para la reconstrucción nacional;
capítulo Más libres: cultura,
educación y deporte; páginas 54 y 56)