Ceder competencias educativas a las
Comunidades Autónomas ha sido un gran error. Así lo denunciaron los militantes
nacionalsindicalistas que nos precedieron y, viendo los resultados del sistema
educativo actual, tenemos que darles la razón.
Pero lo grave no es sólo carecer de un
proyecto educativo y nacional que inculque a la juventud los valores que tanta
falta le hacen, sino que además se entrega algo tan importante como la
formación de nuestros jóvenes a colectivos abiertamente contrarios a la
existencia de España y a lo que representa.
Todos los gobiernos de este régimen
constitucional han dado a los separatistas periféricos un arma muy poderosa
que, como era de esperar, ha sido y será siendo utilizada en contra de España y
de su unidad. Quizá el caso más evidente sea el de Cataluña, que en los últimos
años ha tenido más repercusión mediática; pero mucho nos tememos que en
Vascongadas y en otras regiones también ha hecho mella esta decisión suicida
del Estado español.
Hay quien esperaba que la derecha del
Partido Popular revertiera este proceso. Pero los mismos que hace años
lamentaban la retirada de crucifijos católicos de los colegios públicos han
permanecido en silencio mientras se introducía una asignatura de religión
musulmana en nuestros planes de estudios.
Tal y como sabíamos, no hay soluciones
en la derecha como tampoco las hay en la izquierda. Ésta, o la caricatura en
que se ha convertido, ahora está más preocupada de inculcar a los niños los valores burgueses del aborto y del mal
llamado matrimonio homosexual que de fomentar el espíritu crítico de los
estudiantes.
Tenemos muy claro que no hay una
solución posible para España dentro de este régimen ni con la clase política
que actualmente la gobierna. No somos agoreros, sino realistas: todas las leyes
educativas que impulsen los gobiernos del régimen constitucional serán
estériles. España necesita que la competencia educativa le sea arrancada de las
manos a los separatistas antiespañoles y a todos aquellos indiferentes al
proyecto nacional que deberíamos defender. Y para que sea posible un nuevo
proyecto educativo y nacional es imprescindible cambiar de Estado y, sobre
todo, de mentalidad.
Queremos despertar conciencias y
reivindicar que otra España es posible. Como estudiantes, queremos llevar el ideal
nacionalsindicalista a los jóvenes que en el mañana (si se les permite) tendrán
que luchar a diario para sacar adelante este país.
Ahora es tu decisión optar por el cambio
que propone nuestra España joven y revolucionaria o continuar bajo el yugo de
quienes han hipotecado y seguirán hipotecando nuestro futuro. Si no te
resignas, si no te conformas con la mediocridad que pretenden imponerte, tienes
un puesto en el Frente de Estudiantes Sindicalistas.